jueves, 17 de mayo de 2007

UNA NUEVA ERA COMIENZA EN SANTA CRUZ

Muchas heridas quedarán después de la lucha pero otras más viejas comenzarán a sanar. La pérdida del miedo a manifestarse en público se perdió definitivamente y el temor a participar de asambleas gremiales parece ser un fantasma que acompañará a los empleados de la Ley 591 por mucho tiempo más.
Ya es hora de dejar de lado los intereses personales y comenzar a trabajar por el bien común, la solidaridad entre compañeros y el respeto perdido a raíz del desinterés en las labores cotidianas alimentada por la desidia de nuestros gobernantes.
Los docentes hace rato que ganaron la batalla gracias a su organización, su simpleza y sobre todo el ejemplo, tres grandes enseñanzas que fueron los estandartes puestos en alto para sobrellevar un reclamo que se extendió más tiempo del que hubieran querido.
Las negociaciones, las asambleas y el campamento frente a Casa de Gobierno, fueron sostenidos por la dignidad de un pueblo que se sintió asqueado de tanta mentira organizada, tanto poder en beneficio de unos pocos y por la inoperancia de los que pretendieron poner el carro delante del caballo y gobernar a control remoto una provincia que hace rato dejó de ser ignorante y callada.
A esta altura la mesura, la libertad de expresión y el sostenimiento de la democracia son los temas predilectos de aquellos que supieron pelear por sus ideales, por lo que es digno, con el corazón y con la conciencia tranquila. Ahora se trata de reconstruir después de la debacle y de mantener firme los reclamos para que el clamor no sea efímero y tenga continuidad en el tiempo, porque solo así se construye una sociedad organizada.
La reconstrucción de los espacios para canalizar viejos reclamos, el beneficio de contar con el apoyo gremial ante una situación irregular en el trabajo y el cobro de un sueldo acorde a las tareas desempeñadas, siempre fueron los derechos de un trabajador ganados con el esfuerzo de mucha gente que murió para concretar esos logros.
Hoy es necesario que los funcionarios tengan en cuenta que sus sillones son pagados por cada uno de los ciudadanos, los hayan votado o no, y que solo a ellos deben rendirle cuentas y no a un partido político, porque "el pueblo es quien se los demanda".

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