sábado, 23 de diciembre de 2006

La cruda realidad

En toda sociedad existen normas que regulan su orden y para ello los engranajes deben funcionar. Qué lejos estamos de esa idea!!! y qué cerca estuvimos de lograrlo.
Somos un país jóven pero con mucho vivido y las consecuencias de una mala conducción hoy ya suman muertos de verdad y muertos en vida. La falta de justicia está haciendo eclosión y los ciudadanos son rehenes de un sistema que no funciona y que se transformó en el caldo de cultivo de la intolerancia.
No debemos apartarnos de la buena senda y continuar ¿pero cómo se hace? ¿cómo negar semejante realidad, donde los que se enorgullecen de la buena educación deben avergonzarse de ello y observar como se enriquecen de manera ilícita aquellos que solo protagonizan el papel del ventajero?
Repetir la historia y practicar el "sálvese quien pueda" se supone que no es la solución, las cosas deben cambiar pero para ello se necesita el esfuerzo de todos, el compromiso de todos, ese que se perdió hace tiempo. Acordarse de fundar una organización cuando solo la desgracia tocó a mi puerta deja entrever la ceguera social en la que estamos inmersos.
Hoy los medios reflejan el dolor de la gente ante una perdida o intentan pedir respuestas a funcionarios que se supone deben ser funcionales ... Nada ocurre, unos continúan como pueden y los otros toman tajada.
Pero aún así, a pesar de este panorama, seguimos vivos y en consecuencia buscamos nuestra libertad, la buena libertad, la que no jode a nadie y permite que cada uno saque lo mejor de su ser a través de diversas expresiones.
¿ALgún día se daran cuenta de la sementera intelectual existente en la Argentina? O ya lo hicieron y se empeñan de bastardearla?

lunes, 4 de diciembre de 2006

El fin de las luchas sociales

Cada fin de año se plantea como la culminación de los pesares y el inicio de un tiempo mejor. Pero eso no es cierto y, como el hombre es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra, volvemos a hacer catarcis frente a las contrariedades de un mundo cada vez más loco y un país cada vez más ageno a la realidad social.
En nuestra ciudad uno de los referentes de la lucha gremial en la actualidad, se podría decir que es la gente del Hospital Regional Río Gallegos (HRRG), quienes desde hace unos meses mantienen duras medidas frente a la sordera intelectual de sus conductores. Pero como en el siglo XXI los reclamos con atisbos setentistas no dan resultado, solo se limitarán a aceptar las dádivas del feudo para poder usufructura tranquilos las merecidas vacaciones.
Sí, es así. Hoy las luchas gremiales o sociales tienen tanto compromiso como un lingera y se caen a pedazos ante los ojos de los que alguna vez sintieron la energía para combatir tanta decidia. Todo quedará para más adelante, o sea para marzo de 2007, cuando empiece la campaña y la repartija sea grande, tan grande que pueda tapar los conflictos. Porque los conflictos se arreglan con plata ("con pegito, sobre pegito").
A ese extremo hemos llegado. Ya nadie muere por los ideales y los idealistas son meros "loco" sueltos, dispersos y atomizados entre la muchedumbre que se abarrota en las puertas del clientelismo con la esperanza de apoderarse de un cargo o simplemente acomodarse en un puestito de la administración pública.
¡Qué carajo nos pasa! ¿Para qué murió tanta gente? O se olvidan que nos arrebataron una generación completa, de jóvenes reaccionarios dispuesto a todo, que jamás hubieran permitido cosas semejantes.
Durante años era mala palabra "zurdo" o confesarse simpatizante de la izquierda y mucho menos hablar del Che. Ahora parece que está de moda decir que los Montoneros llegaron al poder. ¡Por Favor! No nos confundamos. Todas estas cosas pertenecen al pasado y si realmente se quiere cambiar algo hay que empezar por nuestra propia realidad.
Sí, esas pequeñas cosas. Ser mejores cada día, mantener nuestra frente en alto, ser fiel a los ideales y si no los tiene ... observe, seguramente alguno andará suelto por ahí.
Hay que saber leer los mensajes y resignar un pedazo de comodidad en pos del bienestar social y por sobretodas las cosas tirar para adelante sin dejarse atropellar por la multitud que, seguramente, ira en contra.
Es así que algún día la sociedad se dará cuenta que la conducción no es una elite sino un producto de su propia existencia y que si desde la familia y la escuela preparamos a los jóvenes para que en un futuro no muy lejano conduzcan los destinos de la Patria, los valores volveran a tener sentido y se pondrá en marcha una nueva y gloriosa Nación.