jueves, 5 de agosto de 2010

Te acordás hermano qué tiempos aquellos?

"Periodismo es difundir aquello que alguien no quiere que se sepa, el resto es propaganda. Su función es poner a la vista lo que está oculto, dar testimonio y, por lo tanto, molestar. Tiene fuentes, pero no amigos. Lo que los periodistas pueden ejercer, y a través de ellos la sociedad, es el mero derecho al pataleo, lo más equitativa y documentadamente posible. Criticar todo y a todos. Echar sal en la herida y guijarros en el zapato. Ver y decir el lado malo de cada cosa, que del lado bueno se encarga la oficina de prensa; de la neutralidad, los suizos; del justo medio, los filósofos, y de la justicia, los jueces. Y si no se encargan, ¿qué culpa tiene el periodismo?" -HORACIO VERBINSKY-


Las palabras de Horacio Verbinsky, como la de tantos otros que cambiaron ideales por un mejor pasar, resuenan con ecos de antaño y dejan un sabor amargo en aquellos que sí tienen coherencia entre los que piensan, lo que dicen y cómo viven.
No puede ser que la guerra ahora esté declara virtualmente en los medios entre los operadores de prensa y los periodistas que pretenden seguir haciendo su labor con denuncias y formando opinión a través de su actividad comprometida con la sociedad en la que vivimos.
Como tampoco puede ser que los ciudadanos sigamos siendo rehenes de los poderosos de antes y los nuevos poderosos que con su solo pasar por un cargo, ya sea electivo o no, se transforman en digitadores de los destinos de la gente.
Mientras los ciudadanos de a pie solo intentan sobrevivir a tanta desidia, impunidad y bombardeo televisivo, una guerra está instalada por más que algunos enarbolan las "verdaderas" banderas de la justicia y derechos humanos se empeñen en negar todo tipo de persecución ideológica por parte de los tentáculos del estado. Lo cierto es que si no se piensa como se debe existen represalias. Muchos históricos se han arrodillado ante la presión de los nuevos poderosos y se muestran públicamente y a regañadientes como propaladores de un mensaje que hasta ayer nomás criticaban.
Si ésto lograron hacer con los grandes popes del periodismo y el empresariado argentino ¡Qué nos queda a los que entre bambalinas intentamos reflexionar acerca de las decisiones cotidianas! Si pelear por mejorar el país o acomodarse en un puestito sin pormenores...
Lamentablemente la argentina de hoy se tornó quejosa, insegura y confusa. En este contexto debemos seguir adelante.

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