Muchas fueron las expectativas creadas en ese entonces, pero de a poco se fue conociendo que la intención del “lupo” no era precisamente “mejorar la calidad de vida de cada uno de los santacruceños”, todo lo contrario, se empeñó en castigar a su pueblo con el rigor que solo los dictadores saben aplicar.
Para que nos enterásemos de los manejos sucios del gobierno de Ménem tuvieron que pasar más de 10 años y una reelección; para que todo un país se saque la venda de los ojos y sepa quienes son los Kirchner solo hizo falta un mandato presidencial. ¡Qué caro nos va a costar eso a los santacruceños!
En Santa Cruz se pide a gritos que la Justicia funcione, que los Gendarmes vuelvan a custodiar nuestras fronteras y que halla Libertad de Expresión. La torpeza de unos pocos la pagará el pueblo en su conjunto y no se puede pretender nivelar para abajo y dejar que cada suceso siga su curso para que el resultado siga siendo más clientelismo, más humillación, más desprecio por la tarea asignada y menos intelectualidad.
Más allá de los conflictos iniciados en los núcleos sindicales, con reclamos individuales en áreas específicas, la sucesiva provocación desmedida proveniente del Estado provincial hizo que cada habitante reaccionara y buscara la forma de hacer conocer su descontento ante tanto avasallamiento de sus derechos. Al no obtener respuestas en las Instituciones, la calle se convirtió en el factor común de las quejas transformándose en una masa disconforme con fuerza propia, generando presión y poder.
Les guste o no la Argentina se gobierna bajo una fórmula republicana y federal, siendo la democracia la única manera de que todos tengan lugar y solo así “Santa Cruz Seremos Todos”, de lo contrario caeremos en una administración oligarca que por falta de justicia social, de organización, de proyección y la aplicación del totalitarismo actual dará lugar a que los ricachones lleguen al poder y desaparezca definitivamente la maravillosa clase media que con tanto empeño nuestro país ostenta.
Otra vez se viven tiempos en que la inflación amenaza los bolsillos flacos de los trabajadores y enriquece cada vez más a los amigos del poder, los empresarios aliados al gobierno de turno y los “cabecitas” que pegaron el gran salto como el ex-chofer de Kirchner, Rudy Fernando Ulloa Igor, ahora propietario de un multimedio en tierras pingüinas y gerente de las dádivas que se reparten en cada año electoral.
El mensaje le llegó al Gran Pingüino en forma directa, cuando uno de sus más cercanos colaboradores arremetió contra los trabajadores la misma noche en que él se presentó en Río Gallegos en medio de lo que hubiera querido sea una fiesta de recepción. En ese mismo instante fue testigo directo de lo que hasta entonces le contaban por teléfono los zánganos que le adulan el oído cada vez que la circunstancia lo requiera. Su enojo hizo que esa noche en el Boxing se levantara raudamente de su silla y acortara la agenda protocolar que lo tenía como último orador.
La noticia rápidamente tomó estado público y llegó en imágenes a todo el mundo, dejando al descubierto lo que durante meses pretendieron tapar. En Santa Cruz, además de una crisis institucional, se vive con opresión, con miedo, con incertidumbre y con falta de oportunidades.
De cara a las elecciones de octubre, Río Gallegos está lejos de vivir un clima electoral. Se necesita un cambio profundo en la aplicación de las normas y una equidad en el manejo de los fondos públicos, además de transparentar cada acto de gobierno. Pero el objetivo del oficialismo no parece ser éste.
Cada ciudadano que marchó pacíficamente por las calles riogalleguenses en las frías jornadas de invierno, para hacerse eco de los reclamos en pos de dignificar las fuentes laborales, tiene en claro que la violencia genera violencia, que los vándalos ocupan cargos en el Gobierno y que la recomposición de la democracia no solo depende de un sector. Pero éste pensamiento dista de ser ecuánime con los propósitos establecidos por el Frente para la Victoria, quienes se esfuerzan por mantener el sistema que tan buenos resultados les dio.
¡Basta de ser hegemónicos! Entiendan de una vez por todas que cuando se pide diálogo no se trata de pedir limosna, ni de una conversación entre besugos. Como tampoco se puede desoír el clamor popular porque las consecuencias están a la vista y se les devolverá cómo un bumerán.