Numerosos rumores de salidas clandestinas de su lugar de detención, inundaron las calles riogalleguenses en varias oportunidades. La desconfianza popular en los oficiales de justicia hizo que la salida del ex ministro de Gobierno provincial y senador nacional no fuera una sorpresa, pero sí provocó un arraigado gusto amargo en aquellos que pretenden posicionarse como oposición y en los trabajadores en lucha que sintieron en carne propia las ruedas de la camioneta al mando de semejante ejemplar.
Aún quedan lesiones corporales por sanar y el daño de la injusticia que cala más hondo no terminará nunca de cerrar. La falta de justicia en Santa Cruz no debe ser avalada por los Gobernantes heredados ni tampoco por los elegidos por el pueblo.
En horas de la tarde de ayer Daniel Varizat no solo dejaba atrás su vida de convicto, sino que también abandonó la ciudad natal del Presidente de los argentinos surcando las rutas a bordo de una camioneta similar a la utilizada aquel fatídico día, arribando a Caleta Olivia para luego partir rumbo a Buenos Aires.
Todavía retumba en los oídos de los más de 15 mil manifestantes que salieron a la calle por un reclamo justo, el crugir de huesos de sus compañeros y que con asombro fueron testigos de un hecho más de impunidad que hoy se afianza con la liberación de un tipo sin escrupuloso que durante toda su vida usufructuó cargos públicos y según la justicia podrá volver a hacerlo.
Con el acto eleccionario del pasado 28 de octubre nada cambio en Santa Cruz. Los delincuentes siguen en el poder y van a continuar siendo parte de la sistemática destrucción de la democracia.