En éstos tiempos en donde el consumismo cala hondo entre los asalariados, en donde la insatisfacción de lo esencial es cubierta por la satisfacción inmediata y los niveles de consumo ascienden en detrimento de una conciencia social, despojada de solidaridad y compromiso con el prójimo, en Santa Cruz (que también es Argentina) el conformismo se hizo notar y dejó al descubierto que la única organización sindical que se tomó en serio la lucha es el gremio docente.
A diario se le hace creer a la sociedad de consumo que los valores a nadie importan, que lo efímero es el camino a la felicidad, que el sacrificio para lograr un objetivo es vano y que vale más un conocido en el Gobierno que el propio esfuerzo por conseguir algo por los medios legales y democráticos.
También cada día el esfuerzo por saber qué es lo que está pasando, sin filtros, sin manejos o intereses de los medios y de un Estado que todo lo monitorea, es cada vez una tarea más difícil y eso hace que la mediocridad de los actores sociales decaiga en un sistema de micrófonos abiertos que no son ni más ni menos que la cloaca popular puesta de manifiesto en las FM locales.
Así como desde el totalitarismo y la hegemonía se pregona una libertar entre comillas, se apuesta desde el discurso a la defensa de los derechos humanos mientras se pisotea el futuro de la Nación y los intereses del pueblo, en la Argentina los gobernantes continúan con la postura de afianzar los bolsones de pobreza y hundir cada vez más a la clase media, para así acrecentar los niveles de ignorancia y disminuir el discernimiento.
Éste plan siniestro solo es comparable con la propuesta del Nacionalsocialismo, modelo que demostró su eficacia en el daño moral y la organización en pos de los intereses piramidales de un grupo enquistado en el poder.
Hoy aquellos que vociferan en contra de una oligarquía inexistente, tal cual se la conoce a través de los libros de historia, visten de lo mejor, utilizan los fondos públicos en beneficio propio y viven como en una monarquía legitimada por el voto popular, además de fomentar la “otra oligarquía”, la que se creó luego de la mutación de militares corruptos y políticos vendepatrias devenidos en empresarios que en la actualidad manejan el mismo o quizás más poder que los gobernantes de turno.
Todo eso y más parece formar parte de una novela difícil de digerir por el ciudadano de a pie, que solo focaliza en llegar a fin de mes y arreglárselas para formar parte de una ruleta que le impusieron y en la cual siempre le toca perder.
Menuda responsabilidad en estos tiempos para los padres de niños y adolescentes que viven alienados frente a la niñera electrónica, como lo es la televisión, que los sumerge en un mundo ficticio y les arrebata toda posibilidad de imaginación. Ellos, que en su mayoría no “tienen tiempo”, son los responsables de alimentar el monstruo que conducirá los destinos de la Nación en un futuro no muy lejano ¿Serán conscientes de eso? ¿Qué les están enseñando a sus hijos? O en la Argentina la educación pasa solamente por “depositar” los chicos en una escuela?
Cada vez que la Asociación de Docentes Santacruceños (ADOSAC) plantea una medida de fuerza lo hace consensuado por una asamblea en la que se discute y se propone, práctica casi en desuso por éstos días y que valdría la pena reflotar. Esa idea, en vez de ser tomada como ejemplo y sacar una enseñanza de ello, es referenciada como un “capricho” sin ahondar en los factores que rodean tal decisión ni los beneficios que trae a la sociedad el ámbito de discusión y el ejercicio de reclamar lo que es justo.
En la Argentina el disenso lamentablemente es tomado como sinónimo de “contra”, de “golpista”, de “buscapleitos”, de “opinador” y vaya a saber cuantos epítetos más. Lo cierto es que nunca fue tomado como lo que es: otra idea en contraposición con la actual y ¿por qué no? una conformidad entre las partes.
Una vez más los maestros de Santa Cruz dieron cátedra y lograron una bien merecida recomposición salarial, con atropellados a cuesta, censuras, golpes, injusticias por doquier pero con la satisfacción del deber cumplido, porque en definitiva de eso se trata.
A diario se le hace creer a la sociedad de consumo que los valores a nadie importan, que lo efímero es el camino a la felicidad, que el sacrificio para lograr un objetivo es vano y que vale más un conocido en el Gobierno que el propio esfuerzo por conseguir algo por los medios legales y democráticos.
También cada día el esfuerzo por saber qué es lo que está pasando, sin filtros, sin manejos o intereses de los medios y de un Estado que todo lo monitorea, es cada vez una tarea más difícil y eso hace que la mediocridad de los actores sociales decaiga en un sistema de micrófonos abiertos que no son ni más ni menos que la cloaca popular puesta de manifiesto en las FM locales.
Así como desde el totalitarismo y la hegemonía se pregona una libertar entre comillas, se apuesta desde el discurso a la defensa de los derechos humanos mientras se pisotea el futuro de la Nación y los intereses del pueblo, en la Argentina los gobernantes continúan con la postura de afianzar los bolsones de pobreza y hundir cada vez más a la clase media, para así acrecentar los niveles de ignorancia y disminuir el discernimiento.
Éste plan siniestro solo es comparable con la propuesta del Nacionalsocialismo, modelo que demostró su eficacia en el daño moral y la organización en pos de los intereses piramidales de un grupo enquistado en el poder.
Hoy aquellos que vociferan en contra de una oligarquía inexistente, tal cual se la conoce a través de los libros de historia, visten de lo mejor, utilizan los fondos públicos en beneficio propio y viven como en una monarquía legitimada por el voto popular, además de fomentar la “otra oligarquía”, la que se creó luego de la mutación de militares corruptos y políticos vendepatrias devenidos en empresarios que en la actualidad manejan el mismo o quizás más poder que los gobernantes de turno.
Todo eso y más parece formar parte de una novela difícil de digerir por el ciudadano de a pie, que solo focaliza en llegar a fin de mes y arreglárselas para formar parte de una ruleta que le impusieron y en la cual siempre le toca perder.
Menuda responsabilidad en estos tiempos para los padres de niños y adolescentes que viven alienados frente a la niñera electrónica, como lo es la televisión, que los sumerge en un mundo ficticio y les arrebata toda posibilidad de imaginación. Ellos, que en su mayoría no “tienen tiempo”, son los responsables de alimentar el monstruo que conducirá los destinos de la Nación en un futuro no muy lejano ¿Serán conscientes de eso? ¿Qué les están enseñando a sus hijos? O en la Argentina la educación pasa solamente por “depositar” los chicos en una escuela?
Cada vez que la Asociación de Docentes Santacruceños (ADOSAC) plantea una medida de fuerza lo hace consensuado por una asamblea en la que se discute y se propone, práctica casi en desuso por éstos días y que valdría la pena reflotar. Esa idea, en vez de ser tomada como ejemplo y sacar una enseñanza de ello, es referenciada como un “capricho” sin ahondar en los factores que rodean tal decisión ni los beneficios que trae a la sociedad el ámbito de discusión y el ejercicio de reclamar lo que es justo.
En la Argentina el disenso lamentablemente es tomado como sinónimo de “contra”, de “golpista”, de “buscapleitos”, de “opinador” y vaya a saber cuantos epítetos más. Lo cierto es que nunca fue tomado como lo que es: otra idea en contraposición con la actual y ¿por qué no? una conformidad entre las partes.
Una vez más los maestros de Santa Cruz dieron cátedra y lograron una bien merecida recomposición salarial, con atropellados a cuesta, censuras, golpes, injusticias por doquier pero con la satisfacción del deber cumplido, porque en definitiva de eso se trata.
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