Cuanto más robás, más grande será tu mausoleo

Si para no caer en el olvido hace falta tanto cemento, tanto avasallamiento y tanta imposición, es porque su recuerdo no podría sostenerse en el tiempo por sí solo. El miedo a ser omitido por la historia hace que sus seguidores quieran perpetuarlo a como de lugar.

No saben o no entienden que la razón por obligación no entra y que el cariño de un pueblo no se demuestra con obras faraónicas, sino con la sencilléz que los grandes próceres de la Patria supieron legar.

Ni San Martín, ni Belgrano, ni Urquiza, ni Alvear, tuvieron grandes cortejos fúnebres ni murieron en la riqueza a costillas de haberse perpetuado en el poder estatal. Ni siquiera Peron y Evita ostentan semejante mausoleo.
Si para ocupar un lugar en la historia hay que inventarla nuevamente, eso quiere decir que hay otra historia, la que el boca a boca se encargará de contar. Las mentiras perdurarán pero siempre existirá una resistencia capaz de poner en duda aquello que se cuenta. Y si un dictador, conductor o líder decide imponerse con persecuciones, desmanejos y atropellos, generará fortalezas imposibles de convencer.
Los hechos, las victimas y los grandes agujeros en el tejido social serán los testigos que darán testimonio de aquello que no dejan contar, pero que damos fe existe.